Leñadores 13

Una vez que trajeron las aguaderas los esparteros, y terminada las feria en Almagro, decidieron ir el día primero de septiembre, a buscar el trabajo que necesitaban. Cipriano estaba contento con la idea que su suegra había tenido de ir ella con Rufina, a buscar trabajo, en las casas en las que ella y su marido habían servido. Era desempeñar la misma función en las casas en las que ellos habían estado trabajando durante tantos años. Se sentía también agradecido,  pensaba que cuando su suegra estaba dispuesta a volver a las casas donde ellos habían servido antes, era por las buenas relaciones que con sus antiguos amos habían mantenido. Debieron  haber sido buenas, de no haber sido así, no se hubiera ofrecido pensaba. Y al mismo tiempo pensaba, que a ellos le iba a ser más fácil hablar, una vez que su suegra saludara a los dueños, los presentara y les dijera, cual era el motivo de su visita. 

Aquella tarde la dedicaron las mujeres de la casa de Cipriano a preparar el viaje, y a plantear todo lo que tendrían que hacer al siguiente día, una vez que llegaran a Almagro, a repasar las casas que tenían que visitar, lo que tenían que decir, y al mismo tiempo recordarle a sus amos, que si entre sus familiares, conocidos, o amigos, alguien necesitaba de su trabajo, ellos se lo podrían hacer con la mejor voluntad del mundo. Ya que para eso estaban, y ellos lo que necesitaban era trabajar. En el pueblo había poco trabajo,  ellos eran pobres, no tenían nada más que sus manos-  El trabajo lo tenían que buscar fuera. 

En principio pensaron las mujeres en ir solas y andando, pero cuando esto se lo dijeron a Cipriano, éste se opuso con rotundidad diciendo, que a él no le costaba trabajo llevarlas, que no podía consentir, que dos mujeres fueran solas a un viaje tan largo, que podrían surgirles problemas en el camino de difícil solución para ellas, y él no tenía nada que hacer ese día, y por esas razones no las iba a dejar que fueran solas. Les dijo también Cipriano, que iban a ir en el Rucio, que éste era dócil, manso y andaba mucho. El viaje les va a resultar un paseo, se van a acordar de él toda su vida. No se asusta, y es muy cómodo para subir en él, perece que vas sentado en un canapé. Y cuando te bajas, parece que te levantas de canapé. No te has cansado nada.

En esto estaban, cuando se abrió la puerta de la casa, y vieron pasar a Flora, la mujer de Ángel, que mientras se acercaba a ellos iba pidiendo permiso para entrar, y al mismo tiempo decía: ¿Dónde está esta familia? Salieron a su encuentro, las mujeres y al tiempo que le hacían pasar a la cocina, salía   Ángel, que estaba en la cuadra y la había conocido por la voz diciéndole: te he conocido desde la cuadra, estaba dentro dándole agua al Rucio, y por la voz te he conocido. ¿Qué te trae por aquí? 

He venido a comprar tomates, pimientos, habichuelas verdes, verduras en una palabra, aquí a casa de tu vecina. Como antes de salir, le he dicho a Ángel donde iba, me ha dicho él: pásate por casa de Cipriano, y pregunta por él, que aunque a muerto no se ha sentido de tocar, puede que se haya resfriado, y se encuentre en la cama a lo calentico. Y ya que vas allí, nos traes noticias de aquella familia. Que sepamos algo de ellos. 

Hicieron pasar a Flora a la cocina, y la hicieron sentarse un rato allí con ellos, mientras le explicaban cuales eran sus proyectos. Como al día siguiente pensaban ir con su madre a Almagro, para que ésta los presentara en las casas que  ella conociera, de cuando ella y su padre, lavaban ropa y traían leña. Para que el aval de su madre, fuera la puerta que les abriera el camino que ellos querían seguir. Le pareció muy bien a Flora lo que le acababan de decir, cosa que ya sabía, por habérselo contado antes Ángel. No obstante dijo Flora, que su marido, junto con su suegro y sus cuñados, tenían previsto coger un obrero fijo, para trabajar en su casa, y como Ángel había estado con Cipriano en la feria y tan bien se habían entendido. Lo había visto tan suelto, tan dispuesto con tan buenas maneras para hacer las cosas y porque no decirlo, con tan poca pereza, que él pensaba en Cipriano como el mejor que pudiera ocupar éste puesto. Así se lo dijo a su padre y a sus hermanos, y así lo vieron ellos. 

Contestó Cipriano diciéndole a Flora: ahora mismo no sabemos que decirte, en primer lugar agradecerle a Ángel lo mucho que me valora, y al mismo tiempo agradecérselo también a su padre y hermanos por la oferta que tú me estas haciendo, de no tener esto pendiente, no lo hubiera dudado un momento, pero una vez que hemos comprado el burro, y esto seria trabajo para los dos  tendré que acordar con Rufina la decisión que vamos a tomar. 

Vosotros pensarlo detenidamente, yo no vengo ahora por el resultado, idos mañana a Almagro, veis como está allí el trabajo, pensáis las ventajas y desventajas que esto tiene. Cuando lo tengáis pensado nos dais la solución, y sea una o  sea otra nuestra amistad va a seguir siendo la misma. 

Salieron todos a despedir a Flora hasta la calle, hablando del calor que estaba haciendo todo el mes de agosto, y como esperaban todos que en septiembre refrescara. Permanecieron un rato en la puerta, hasta que Flora dobló la esquina y desapareció. Ya había anochecido, pero la Luna Llena inundaba la calle. 

Pasaron dentro, cerró la puerta de la calle Rufina diciendo: mi  madre se va a quedar a dormir aquí esta noche, así por la mañana no tenemos que entretenernos mañana en recogerla. Que duerma tú madre contigo en la cama y yo duermo en la  tarima de la cocina. Quiso su suegra oponerse a las palabras de Cipriano, argumentando lo poco que dormía, y éste respondió diciéndole, que hasta que se casó, no había dormido en una cama nunca. Siempre había dormido en la tarima de la cocina con su hermano.   

Esta noche vamos a cenar en el patio  dijo Rufina, he traído un cuarto de kilo de sardinas en escabeche, he traído también tomates y pimientos- Cebollas y picante tengo, y con todo esto voy a hacer una ensalada real, que no se la va a saltar un gitano. No se la va a saltar porque no va a venir, he cerrado ya la puerta. 

Cipriano, saca tú el cubo del pozo, que tengo en él los tomates, los pimientos y una bomboncilla de agua que he puesto a enfrescar esta tarde, ya tienen que estar fríos y los necesito para hacer la ensalada. Cuanto antes los saques, antes me pongo a hacerla y antes podemos cenar. ¿Y porqué no me has dicho que la ensalada real  la tenías metida en el pozo, dijo Cipriano? No me irás a decir ahora, qué lo que yo he metido ésta tarde en el cubo, donde está ahora es en el fondo del pozo, dijo Rufina poniendo cara de asustada. No te lo voy a decir ahora, pero podría habértelo dicho. Si ésta tarde, cuando he ido a darle agua al Rucio, no me doy cuenta que en el cubo había algo de peso, si te lo hubiera tenido que decir. Respiró Rufina con las palabras que acababa de oír de su marido, pidió disculpas y prometió que en lo sucesivo iba a tener más cuidado. Procura tener más cuidado , que yo a partir de ahora voy a tener un cuidado especial en no almacenar nada en el fondo del pozo.

Con toda diligencia, se puso Rufina a hacer la ensalada real, que le salió picante, abundante y buena. Mientras Cipriano sacaba de la cocina las sillas, la mesa pequeña, y una botella de vino, que junto a la bomboncilla de  agua encontró en el cubo del pozo, que Rufina  había puesto a enfrescar. Llegó Rufina con su  ensalada real, diciendo,  éste plato es un plato que no necesita postre, puesto que todo él es postre. Peguntó Cipriano por el picante, a lo que Rufina contestó, si lleva y hasta puede que a alguno nos haga  llorar. Y a renglón seguido apuntó, lo que si se me ha olvidado ha sido el vino, enseguida voy a por él. Volvió enseguida de la cocina con la botella del vino y entregándosela a Cipriano le dijo, toma y bebe y come con moderación, no sea que mañana a la hora de salir te pase lo que les pasa a los quebrantahuesos, que después de haber comido no pueden levantar vuelo, si antes no devuelven lo que les sobra. 

No me habrás visto tú así alguna vez,  contestó Cipriano un poco mosqueado. Por eso te lo digo replicó ésta, como nunca te he visto y dicen que con el picante el vino sabe dulce y sorprende a los no bebedores es por lo que  lo digo. No quiero que te veas sorprendido por esta circunstancia y mañana a la hora de salir te pase lo que a los quebrantahuesos, que no puedas levantar vuelo y estemos aquí nosotras, con la hora a cuestas tratando de que te levantes. 

Intervino la madre de Rufina diciéndole a su hija, que si en veintisiete años que tiene todavía no se ha emborrachado una sola vez ¿Por qué tienes que sacar esto ahora? Si sabes que esto no va a ser así, y tú misma, en la primera ocasión que llega, eres la que siempre dices que tú marido no bebe y que nunca se ha emborrachado. Demasiado sé yo que Cipriano no se iba a emborrachar, lo que pasa es que como he visto al principio que se mosqueaba un poco, y quizá haya seguido la broma demasiado lejos. Sabe mi marido que yo sé, que él no es bebedor y pensaba que por eso no se iba a mosquear.  Retiro lo dicho y reitero mis disculpas.