Amargo. A un galgo.

Amargo, el viento te trajo.

En la tarde de noviembre

cuando el viento del otoño

iba arrastrando unos cardos

sin que nadie te esperara,

apareciste soñando.

Duro iba mordiendo el viento

Los  surcos recién sembrados.

El cielo con nubes grises

iba oscuro y muy cargado.

En el arroyo los árboles

amarillos y plateados,

iban soltando las hojas

en lamento prolongado.

En las esquinas del pueblo

el viento daba portazos,

se rompían las bombillas

y crujían los tejados.

Por el camino hacia el pueblo,

un carro va con gitanos,

las mujeres iban dentro

y detrás iban los galgos.

Y sobre el pardo barbecho…

tú apareciste, Amargo.

Flecha parada en el aire

suave y duro como el mármol,

escuetas líneas geométricas

elevadas en el plano.

Castilla escrita en Castilla,

corredor seguro …  largo.

Monumento que a la Mancha,

Dios le dio cuando hizo el galgo.

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