Despedida de un cazador

Dice Atahualpa Yupanqui en uno de sus poemas musicalizados: «cuando la vida te cubra con una cortina de años». A mí, ya me ha cubierto la vida con esa cortina de años de la que Atahualpa nos habla, y se me van quedando tantas cosas atrás bien archivadas en los cajones de mi despacho, o bien olvidadas entre los pliegues de mi memoria, tal vez esperando la llegada de una fortuita circunstancia que las reviva. Hoy me he encontrado, mientras ojeaba, una carpeta con poemas festivos escritos hace ya muchos años de una de las cosas que a lo largo de la vida me he ido dejando en ella.  Y como nos vamos dejando tantas y tantas cosas, es por lo que hoy, deambulando por la senda de la vida, he encontrado entre estos papeles el recuerdo de una de esas cosas olvidadas en la senda que como bien dice Machado, no he de volver a pisar, pero que, amparándome en  esos recuerdos,  puedo deambular por ella.

 

Despedida de un cazador.

 

Cansado ya de aguantar

y de sufrir improperios,

por considerarlo serio

me retiro de cazar.

En  esta triste faceta

de la que ahora me despido,

dejo a mi torpe escopeta.

Y harto ya de equivocarme

me atrevo a pronosticar:

qué no cazaré jamás.

Ni con rifle, ni escopeta.

Ya que el tiro de escopeta,

siempre lo solía hacer tarde,

y además de tarde, mal.