A un cazador que se perdió cazando

A UN CAZADOR QUE  SE PERDIÓ CAZANDO. Juguete cómico escrito  para ser  representado en la escuela,  por los chicos de segundo de EGB. Y que no se pudo representar, por causas ajenas a mi voluntad.

 Todos los personajes son imaginarios, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

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Patio de labradores. Hay un pozo al fondo y delante unas macetas con geranios, delante de las macetas se ven dos sillas, y sentada en una de ellas, hay una mujer cosiendo, la otra está vacía. Por la puerta del fondo aparece el dueño de la casa. Y disimulando su enfado se dirige a la mujer .

 HOMBRE.

La tierra está dura,

las siembras marchitas,

y el yerno maldito

 se marcha a cazar.

MUJER.

Pero hombre, no gruñas,

se fue con tu hermano.

Y él siempre que caza,

trae un buen morral.

HOMBRE.

Sí, se fueron juntos,

 pero no es igual.

Mi hermano no caza,

 mi hermano trabaja,   

y el nuestro se marcha

 por no trabajar.

MUJER.

No te enfades hombre,

 que a la noche  llega.

Contento te pones,

 si trae un buen morral.

Mañana no caza,

 mañana trabaja

y al final del año,

 todo estará igual.

HOMBRE.

Tú siempre tranquila,

tú siempre contenta,

tú siempre cosiendo

en la misma cesta.

¡Por Dios qué mujer!

 todo lo que él hace,

siempre lo ve bien

MUJER.

Anda,  márchate,

 monta en el tractor,

trabaja hasta tarde

 y vendrás mejor.

HOMBRE.

Me marcho, no más,

pero algo me da,

que lo de esta tarde,

algo nos traerá.

El hombre sale deprisa hacia la calle, en el quicio de la puerta de la derecha aparece la hija.

MADRE.-Dirigiéndose a su hija

Bueno, ya se va,

y con el tractor,

tu padre, que es bueno,

hará lo de dos.

TELON. Cambio de decorado.

A pleno campo, un tractor y dos hombres que de él se bajan. Se ven cerros por todo alrededor. El hombre joven desenfunda rápidamente la escopeta y la monta. Mira al hombre mayor, que lo ve dudando, como sin saber qué hacer  y se dirige a él con impaciencia.

HOMBRE JOVEN.

Pero hombre,

 ¿qué esperas,

 qué estas esperando?

Saca la escopeta

y suelta a los galgos.

HOMBRE MAYOR.

Lo he pensado mejor,

te marchas tú solo,

y lo haces mejor.

Yo quito aquí hierba,

quito aquí los cantos,

recojo la leña y

 hago aquí un aguardo.

HOMBRE JOVEN.

Mejor que mejor,

si cazo yo solo…

escapo mejor,

Yo cazo con perros,

no quiero el aguardo,

subo cerro arriba,

bajo cerro abajo,

y andando, corriendo,

 subiendo o bajando,

mal me irán las cosas,

 si no lleno el saco.

Hasta luego amigo,

que el día es muy largo,

y cuando aquí vuelva

habrá «pasao» un rato.  

HOMBRE MAYOR.

Anda con Dios hombre,

que yo aquí te aguardo,

que hasta que aquí vuelvas,

tendrás que dar pasos.

¡Qué tarde más buena!…

y yo aquí, amelgando.

Vaya suerte perra

que tubo mi hermano.

Él por ahí se mata,

y el yerno… cazando.

NARRADOR

El hombre joven que ha salido con la escopeta y los perros inicia a viva voz este monólogo mientras se aleja.

HOMBRE JOVEN.

Está bueno el día,

bueno se ve el campo.

Y el abuelo solo,

gruñendo y rabiando.

¡Qué tío más cansino,

más borde y más malo!

Mientras are solo,

 que vaya tirando.

Y, el día que se muera,

 lo pongo en un cuadro,

y que las mujeres

le vayan rezando.

Hoy, como era fiesta,

me endilga a su hermano,

por si no tuviera

yo con quien pasarlo.

PAUSA

Se queda contento

entre los hierbazos,

como tiene muchos

no va a terminarlos.

¡Vaya unas ideas!

¡Vaya unos hermanos…!

Por tener más tierra

se matan arando,

y si fueran ellos,

que los parta un rayo.

Pero es que no dejan

descansar un rato.

Hasta los domingos,

 quieren ocuparlos.

Pero, esto se acaba,

 que ya estoy bien harto.

Ahora, que estoy solo,

disfruto cazando.

Voy a recorrer

pedazo a pedazo,

todo lo que vea,

con mis dos ojazos.

Anochece, el hombre joven se ve perdido entre los cerros sin saber hacia dónde dirigirse. La noche se le echa encima.

¡Ay Dios, me perdí!

No sigo ya rastro.

Por todos los cerros

por los que he cazado,

no veo ya a nadie

que pueda abordarlo.

La noche se cierra,

la Luna está alzando.

Está tan oscuro

que miedo me da

lo que estoy

pensando.

Feo se pone esto,

 y yo aquí  aguantando…

Siento oscuros ruidos

y malos presagios.

Puede que haya lobos

hambrientos y malos.

Y en la oscuridad

que reina en el campo,

hasta mí se acerquen.

Sus dientes malvados

muerdan en mis carnes

y me hagan pedazos.

A VOCES

¡Ay santos del cielo,

echarme una mano!

Que si de esta salgo,

todo el tiempo libre,

lo gasto en rezaros.

¡Ay pobre de mí,

 aquí abandonado!

Sin nadie que me oiga,

ni me eche una mano.

Qué mala la caza…

prefiero el trabajo.

Juro yo por ellos,

que si de esta salgo,

no he de volver nunca

 por estos atajos.

Yo ya, siempre a arar

y a comprar pedazos.

Poco he de valer,

si pasado un año,

no dice el abuelo:

 ay, qué buen muchacho;

cuando hablan de caza,

 se marcha asustado.

Bendito sea el día,

bendito sea el santo,

que en la noche oscura

 así lo cambiaron.

NARRADOR.

Tras mucho llorar,

tras rezar gran rato,

tras muchas promesas

mezcladas con llanto;

saltando una loma,

divisa en el llano

las luces pequeñas

de un pueblo lejano.

Nuestro cazador,

corrió como un gamo.

Y en muy poco tiempo,

que a él se le hizo largo,

baja de la loma,

atraviesa el llano,

se acerca hasta el pueblo

y monta en un auto.

El coche corría,

y él, atrás sentado,

hacía sartenes,

pucheros y cazos.

Tras mucho correr,

 el coche ha llegado.

Se ha abierto el postigo,

el hombre ha pasado.

De lo que pasó allí,

yo no me he enterado.

PAUSA.

Días y más días,

y pasa el verano.

Ni  un ruido en la casa,

ni un mal altercado.

El tiempo suaviza

los duros trabajos,

las primeras lluvias

han cambiado al campo,

y se oyen los tiros

distantes, lejanos.

De día el tractor,

de noche el descanso,

monótono ritmo,

descanso…trabajo…

un día, otro día…

hace tanto tiempo…

ya todo ha cambiado,

ya nadie se acuerda

del año pasado,

ni de los disgustos

 y los altercados.

Todos en la casa

piensan, que es milagro.

Pero en un descuido,

y al hacer un año,

el diablo maldito,

ha tentado al amo.

Y con la escopeta

liada en un saco,

cuando no lo ven,

 sale como un rayo.

CAZADOR PRIMERO. DIRIGIÉNDOSE A CAZADOR SEGUNDO

Vamos hombre vamos,

por todos los santos.

Yo espera que espera,

 y tú aquí acostado.

SEGUNDO CAZADOR

¿Y tú como vienes,

es que te han dejado?

CAZADOR SEGUNDO.

¿Quién me va a dejar

si yo soy el amo?

Levanta enseguida,

grandísimo zángano,

que yendo temprano

todo lo andaremos.

Lo que haya en lo libre,

o en los acotados.

No he de dejar vivo,

ni un solo gazapo.

Anda échate fuera

zángano y más zángano,

que la caza es lucha

 la caza es trabajo,

es andar y andar.

Sin parar un rato.

Y para la noche,

cuando ya volvamos,

hemos de traer

al llegar al ato,

los morrales llenos,

 los cuerpos cansados.

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