Exhibiendo la historia de su vida
en el casino viejo y mancillado,
rondando ya el ocaso de sus días,
pasa las horas Don Perseverando.
Guarda recuerdos de la guerra
que dice, la hizo encarcelado
y exhibe orgulloso la medalla
que, por sus méritos,
la Patria le ha donado.
Luego… nada.
Es un vanidoso consumado.
Su tragedia, es la triste egolatría
de quien no ha sido nada,
y todo lo ha soñado.