Aureliano Aceña, aldeano, hijo de don José Aceña, médico que fue de esta villa, y de Carmen Vállez, nacida en Granátula, decía que en Granátula, llovía poco y caía mucho granizo. Pensaba que esto era así, porque cuando llegaba San Pedro, Dios reunía en el cielo a los ángeles encargados de custodiar La Tierra y a cada uno le preguntaba cómo habían ido las cosas por su pueblo, si había llovido, nevado, o cualquier otra incidencia que les hubiera afectado. Y cuando preguntaba al ángel de Granátula, siempre le contestaba diciendo que llover no había llovido, y acto seguido, Dios les mandaba una nube de granizo.
Me había extrañado siempre, que siendo Aceña un gran poeta festivo con el argumento que él había creado, no lo dejara escrito en verso. Consciente de la responsabilidad que adquiero al escribir este argumento por mi cuenta, aquí dejo mi versión de los hechos escritos en verso.
Dicen que Dios en San Pedro
a los ángeles reúne,
y a cada uno pregunta
lo que en su pueblo pasó,
si ha llovido, si nevó,
o si una mala tormenta
sin cosecha los dejó.
Unos se muestran contentos.
Otros lamentan fracasos.
Hay años buenos y malos.
Pero el de un pueblo pequeño,
al lado al lado del Jabalón,
siempre que Dios le pregunta:
¿y en Granátula llovió?
Responde siempre, que no.
¿Y de granizo?… ¿apañados …?
Apañados, sí Señor.