Invierno

Por estos caminillos,

estrechos de mi patria,

solo voy caminando,

con mi alma sonámbula.

Y por estos senderos

van llegando a mi alma

extraños inmigrantes

que se acercan, 

y que en el fondo

de mi alma, acampan.

Así siento latir

dentro de mí,

como parte integrante

de mi alma,

la tristeza otoñal

de los olivos,

el cilicio milenario

de las zarzas.

El alegre recuerdo

de las yuntas

cuando al término feliz

de la jornada,

entre el ruido de voces

y cencerras,

al pueblo se acercaban.

El patético relincho

de la yegua,

que a la cría no ve

y la reclama.

El paso ligero

de los burros

con sus cargas

de encinas y de jaras.

El monótono

sonido de la esquila

que se oye vibrar

en  lontananza.

El sol se va despacio…

por su senda.

Las sombras de los cerros

se agigantan.

El camino serpentea

hacia los altos,

hay tomillos,

jarales y retamas.

La niebla…

de los cerros baja,

con su manto

 a todos nos arropa,

 y nos hermana.

Yo en este camino

paseando solo,

la tristeza varada

en mi garganta.

Hermano del pastor

y de la oveja.

Hermano del camino

y de las zarzas.

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