Cementerio

Cementerio de mi pueblo

de viejas y blancas tapias,

de altos y enjutos cipreses

(aristas de miedo y lágrimas).

Tus viejas cruces de hierro,

tus capillas y tus lápidas

traen a mi mente recuerdos

y la angustia de mi garganta.

Las blancas losas de mármol

arropan cual blanca sábana

esqueletos amarillos

que borra el tiempo y el agua.

Me hablan tanto los recuerdos…

que mi boca se hace amarga

y mi triste corazón,

vieja, ya y cansada máquina

me hace sentir de cerca

tu larga y triste llamada.

¡Ay, pequeño cementerio!

hecho de piedras y tapias,

lleno de historias pequeñas,

lleno de ortigas y malvas.

Cuando recibas el cuerpo

en que hoy habita mi alma

junto al lugar de mis huesos

guarda el recuerdo del alma.