A Jorge Tera Romero, maestro que fue de este pueblo y que en cierta ocasión, hace ya muchos años, venía a la escuela armado con una escopeta y muy preocupado, porque un convecino suyo, apodado Gachas, le había amenazado con matarlo durante una reunión en la cooperativa. En la escuela apenas hablaba, pensando siempre en la promesa que su convecino Gachas le había hecho. Obsesionado con la idea de que de cualquier olivo, de cualquier alcantarilla, podría salir Gachas con su escopeta, y poner punto final a su existencia.Lo veía tan preocupado, tan obsesionado, por algo que a nadie nos preocupaba, ya que a todos nos parecía impensable, y tratando de quitarle hierro a aquello, en la escuela, y durante el recreo, escribí estos versos que a continuación copio.
En la villa de Granátula,
con motivo de las cuentas,
que hace en la cooperativa,
un honesto secretario
que por nombre tiene Jorge,
y que Tera se apellida,
ha surgido una disputa
pintoresca y divertida.
No sé, si es cosa de aceite,
o si es cosa de familia.
El caso es, que otro
en Granátula,
con ya su vida cumplida,
dice: que a Jorge se carga.
Que su vida está perdida.
Y se acuerda de las gachas,
aunque sólo vea la harina.
Y, aquí tenemos a Jorge,
toda su tragedia encima,
con Gachas en la cabeza,
aunque coma otra comida.